La Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados, solo tiene por delante la votación de los dos temas más complejos de la reforma previsional, antes de despachar la iniciativa: La repartición del seis por ciento de cotización adicional y el aumento de la Pensión Garantizada Universal.
Ésta semana, la oposición dice públicamente dar por terminadas las negociaciones con el gobierno, luego de que un encuentro el lunes con la ministra del Trabajo, Jeannete Jara, y el trabajo de expertos del ejecutivo y Chile Vamos el martes, no rindiera frutos.
La fórmula sobre la mesa sigue el siendo el 3-2-1 y en este momento, la única concesión que parecería posible es la que adelantó -para algunos accidentalmente- la ministra vocera de gobierno, Camila Vallejo: El “3 y 3” que divide en partes iguales para capitalización individual y pilar solidario, ‘no es una mala propuesta’.
El asunto es que ni eso es aceptable. La oposición mantiene el convencimiento de que la ciudadanía no quiere una lógica de reparto y se presionan entre ellos para no ceder ni un solo punto.
Además está el tema de la PGU: en las nuevas indicaciones, el ejecutivo establece una serie de condiciones técnicas, entre las que se incluye que los ingresos tributarios no sean mineros, desechando que el litio o el royalty aporte al instrumento.
Frank Sauerbaum, jefe de bancada de Renovación Nacional, dice que ya ‘agotaron’ todas las instancias para buscar un entendimiento con La Moneda.
El Presidente de la Comisión de Trabajo, Juan Santana, vivió una semana turbulenta.
Su asistencia a la casa del lobista UDI, Pablo Zalaquett, le valió una momentánea crisis al gobierno y hasta amenazó con entorpecer el avance de la reforma.
Esa controversia seguirá un cauce formal: Este miércoles, la bancada del Partido Republicano pasó al socialista a la Comisión de Ética.
Pareciendo pasar página, Santana cuenta que ésta semana se afirmó la libertad de elegir la administración y la inversión de los fondos para las personas y se aprobaron normas transitorias que van a ir paulatinamente creando el nuevo sistema si se aprueba el proyecto.
Sobre los cuestionamientos a los dineros de la PGU, hizo el punto que el oficialismo -sin importar el color político- siempre hace en el Congreso: Se tiene que buscar ingresos permanentes para financiar el costo que tendrá el aumento de la pensión.
Esto lo dice en parte porque desde la UDI y el Partido Republicano, más enérgicamente, hacen el punto de que llegar con un seis por ciento a sala que incluya solidaridad y postergar o condicionar los efectos de la PGU, le quitan el ‘incentivo’ para votar a favor de la reforma.
Pero cuándo dicen eso, también se refieren a la idea de legislar: Si no consigue la mayoría de la sala, eso podría significar que la reforma previsional se archive por un año.
Henry Leal calificó como ‘legítima’ su evaluación de lo que harán cuando el proyecto llegue al hemiciclo.
En el oficialismo dicen que no se lo creen. Que no se atreverían. Que su propio sentido electoral y de preservación no les permitirá rechazar en general la reforma: En el diseño planteado, la idea es que la reforma llegue al Senado -posiblemente con algunos rechazos- pero nada que no pueda ser repuesto o re-negociado.
Andrés Giordano, independiente del Frente Amplio, dijo que si rechazan en general, la derecha deberá explicárselo al país.
Un asunto no menor es que la fórmula del 3 y 3, que sigue apareciendo como más probable, deja fuera el 1 por ciento a sala cuna y a brechas de género.
Pero no es sólo el ritmo de la tramitación el que fuerza a tomar una postura: La bancada de Demócratas, que el miércoles presentó de manera oficial la incorporación de Yovana Ahumada y Víctor Pino a la colectividad, representa votos clave para el gobierno.
Si uno toma la calculadora hay un escenario -para algunos riesgoso- en que se aprueba la reforma en su mayoría, sin necesitar los votos de la derecha. Improbable, pero está ahí.
Miguel Ángel Calisto será el encargado de ir haciendo público ese precio.
Ya está su propuesta del 4,2 y 1,8 sobre la mesa y agrega otro elemento: Ir en apoyo de las mujeres -idea que apoyan- debiese ir aparte del seis por ciento.
Estén o no realmente muertas las conversaciones, de aquí al lunes se abre un espacio de cuatro días en que el diálogo puede ocurrir de todas maneras: Están todos los medios disponibles para todos los sectores y si el lunes se siguen manifestando las mismas diferencias, será una señal de un escenario incierto en la sala.