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Manos a la obra y no la las brasas: Los cuidados para el asado dieciochero

La parrilla no sólo es el depósito de los sabores del 18. También lo es del carbón convertido en brasas y de los utensilios que apoyan la labor del cocinero como cuchillos, pinzas, atizadores y otros elementos potencialmente peligrosos para adultos y niños.

Por eso hay que preocuparse desde que se enciende el fuego, hasta el término del asado, su enfriamiento y el manejo de los residuos.

Ingrid Toro, académica de la Facultad de Enfermería de la Universidad San Sebastián, señala que lo primero que se debe hacer es elegir el lugar más seguro para instalar la parrilla.

“Tiene que ser colocada en un lugar abierto y alejado de ramas o árboles, para que no se produzca un incendio y tampoco debe instalarse en una zona que sea de mucho tránsito de personas para evitar accidentes. Lo ideal es que esté en una esquina bien despejada de otros objetos”, afirma la enfermera.

Cuando se trata de una parrilla a gas, es necesario verificar las conexiones y el cilindro con combustible a fin de detectar eventuales fugas o fisuras que puedan ocasionar una inflamación y eventual explosión del gas.

Toro añade que en cualquiera de los dos casos, debe haber una adecuada ventilación y que la parrilla no esté en un lugar totalmente cerrado para que no se acumule monóxido de carbono.

En caso que sea una parrilla a carbón, la experta recomienda no utilizar líquidos inflamables para encender el fuego y no lanzar papeles que puedan salir por acción del viento.

También es bueno mantener un balde o recipiente con agua que esté cerca, para apagar las brasas en forma paulatina y no lanzarla de golpe por la propagación de las cenizas y eventuales daños a la estructura de la parrilla.

“Lo fundamental es que estén alejadas de los niños, sobretodo de los más pequeños que pueden estar jugando o corriendo cerca de la parrilla. Un adulto podría quemarse las manos o las piernas, pero en el caso de un niño el daño provocado por el fuego, podría abarcar una mayor superficie de su cuerpo”, explica la docente de la USS.

QUEMADURAS Y CORTES

“La piel de un niño es muy delgada y las quemaduras con fuego pueden ser muy profundas. Depende del rato de la persona expuesta a la fuente de calor. En el caso de una parrilla a gas, la quemadura es muy similar a la de una plancha y la gravedad dependerá de que tan caliente estaba la superficie y el cuánto rato estuvo en contacto con el fuego”, indica la enfermera.

En caso que se produzca una quemadura, la académica de la USS dice que “hay que poner la zona afectada bajo el chorro de agua fría para que disminuya el dolor y si es posible, retirar la ropa, salvo que esté pegada a la piel. Después se debe cubrir la herida con una tela limpia y no aplicar ningún otro elemento antes de llevar al niño o adulto a un servicio de urgencia”.

Otra situación de emergencia recurrente son los cortes con cuchillos y otros elementos cortantes que se usan para hacer los asados.

La docente señala que independientemente de si es leve o profunda, cualquier herida “se debe lavar con agua y jabón, secar con un paño limpio y si no sangra mantenerla al aire, pero hay que observar la evolución, porque existe el riesgo de que se infecte y para evitar eso se tendría que cubrir con una gasa o material estéril”.

Ahora si se trata de heridas profundas o que no cicatrizan, es necesario que la persona sea llevada o concurra a un centro asistencial para la curación de esta herida, porque en el caso de adultos mayores que tengan enfermedades crónicas como diabetes, “el cuadro se podría complicar a partir de una lesión pequeña”.

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