La Compañía Siderúrgica Huachipato, un pilar fundamental de la economía del Biobío y de la industria siderúrgica chilena, puso fin a sus operaciones este mes tras 74 años de historia. El apagado de la coquería, el corazón de la planta, marca el punto final de un proceso de cierre que ha dejado una profunda huella en la región.
La feroz competencia con el acero chino, a pesar de las medidas proteccionistas implementadas por el gobierno, llevó a Huachipato a acumular millonarias pérdidas, obligando al Grupo CAP, su propietario, a tomar la difícil decisión de cesar sus actividades.
Esta noticia ha generado un fuerte impacto en los más de 20.000 trabajadores, tanto directos como indirectos, que dependen de la siderúrgica. «Veteranos» como Fernando Orellana, con 37 años de servicio, y jóvenes como Ricardo Guajardo, se ven obligados a replantear sus proyectos de vida y buscar nuevas oportunidades laborales.
El cierre de Huachipato no solo afecta a los trabajadores, sino que también tendrá un impacto significativo en la economía regional. Según estimaciones de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, el Producto Interno Bruto del Biobío se verá reducido en un 3%. Esta región, que aporta casi el 6% al PIB nacional, ha experimentado una disminución del 0,9% en su PIB durante el segundo trimestre de 2024, un hecho inédito en los últimos cuatro años.
Álvaro Ananías, presidente de la Cámara de la Producción y el Comercio del Biobío, destaca que la industria manufacturera, históricamente importante en la región, ha experimentado un declive en favor de los servicios. El cierre de Huachipato agudiza esta situación, ya que la siderúrgica era un importante cliente para numerosas empresas locales.
La desaparición de Huachipato representa un duro golpe para la región del Biobío y pone de manifiesto los desafíos que enfrenta la industria nacional ante la globalización y la competencia desleal.
