Este lunes Estefanía Gutiérrez, madre de Tomás Bravo, niño de tres años desaparecido en una zona rural de Arauco, se refirió a la relación que tiene con su tío Jorge Vargas, la última persona en verlo con vida.
La mujer señaló que “yo nunca he dicho que confío a ciegas en mi tío, pero no era la primera vez que salía con él”.
“Yo conozco a mi tío, yo sé cuándo anda raro, pero cuando él dice la verdad, yo me doy cuenta”, añadió al matinal de Canal 13.
Además, con respecto a sus primeras declaraciones tras la desaparición de Tomás, indicó que “algo me decía como mamá que se habían llevado a mi hijo, porque él no iba a caminar hacia otro rumbo”.
Cabe recordar, que Jorge Vargas, declaró hace unos días que él salió a «buscar los terneros y las vacas y en eso recorrimos el campo entre los dos, yo con él, de la manito. Y después me tocó echar las vacas para acá y lo dejé a él parado en una parte, y en esa parte yo me metí para abajo y después cuando volví no lo encontré».
Por otra parte, la abuela materna del niño, Elisa Martínez, aseveró que “la gente me ha dicho que vio un auto gris en la primera entrada del predio. Varias veces lo vieron pasar muy lento por el sector y que les llamaba la atención”
Incluso, señaló que “en una oportunidad alguien vio un hombre”.
Según se había informado, Tomás fue visto por última vez el miércoles cerca de las 19:30 horas en un predio ubicado en un sector rural, en la ruta que une a Lebu con Arauco, en la región del Biobío.
El niño desapareció mientras acompañaba a su tío a buscar unos animales a un campo cercano, actividad que realizaba habitualmente.
Sin embargo, en el camino su tío regresó para buscar un animal que se había quedado atrás, dejando al menor esperando, momento en que le perdió el rastro.
Tras percatarse de su desaparición, comenzó a buscarlo, aunque sin resultados, por lo que volvió a la casa para avisar al resto de la familia sobre lo sucedido.
La familia decidió recurrir a Carabineros, ingresando una denuncia por su desaparición a las 21:05 horas del mismo miércoles, es decir, poco más de una hora y media después de que se perdiera el rastro.