Sandra Lissette Peña es el nombre de la chilena que pide la eutanasia en la ciudad de Copiapó tras seis años postrada.
La mujer de 35 años fue internada por primera vez en el Hospital Regional de Copiapó el pasado 11 de enero del 2014 por una trombosis venosa cerebral.
Una vez hospitalizada sufrió un accidente cerebrovascular de tronco encefálico secundario que le provocó una inmovilidad casi completa. Su diagnóstico establece que «su estado actual será permanente» con secuelas como una tetraparesia severa, insuficiencia respiratoria y vejiga neurogénica.
Actualmente sólo es capaz de mover su cabeza y depende de una máquina para llenar sus pulmones de oxígeno las 24 horas al día. Es capaz de hablar con muchas dificultades si le retiran la sonda.
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En una breve conversación con El Diario de Atacama, Sandra Peña comentó que «estar así no es fácil, estoy cansada de vivir así, siento que tengo de esclavos a mis papás».
«Mi mamá no puede salir, porque la niña que me cuida lleva poco tiempo y está aprendiendo (…) no soy capaz de botar las flemas y eso significa que me ahogo, me tienen que sacar las flemas, me tienen que meter sondas», agregó.
La mujer sostuvo que desea la eutanasia porque «yo sé que no me voy a recuperar, porque cuando me pasó esto, se me murieron las neuronas de la respiración y del movimiento».
También envió un mensaje a quienes critican la eutanasia: «Pienso que son muy egoístas y que deberían vivir lo que uno vive para que sepan lo que se siente».
Ley de Eutanasia
El caso de Sandra es uno de los tantos que se espera tenga solución con el proyecto que se discute en la Comisión de Salud sobre la eutanasia. El pasado martes 9 de abril parlamentarios aprobaron tres causales en el proyecto unido de eutanasia y de cuidados paliativos.
Las causales que contempla el proyecto son las siguientes: en primer lugar, si el paciente tiene una enfermedad o dolencia incurable, en segundo lugar, si el paciente tiene una situación médica que se caracterice por una disminución avanzada e irreversible de sus capacidades y en tercer lugar, en el caso que el paciente tenga una enfermedad, dolencia o la disminución avanzada e irreversible de sus capacidades que ocasione sufrimientos físicos persistentes que no pueden ser aliviados.
Esta última incluye dolencias psíquicas: personas que son conscientes de que su estado de salud no va a mejorar y sufren por ello.