Desde el miércoles 28 de julio, las salas cuna y jardines infantiles de la Fundación Integra comenzaron a abrir sus puertas paulatinamente. El retorno de los niños y niñas se realiza aplicando todas las medidas de seguridad y al igual que en marzo, puede ser gradual y/o voluntario. Es decir, los padres y cuidadores/as de niños y niñas podrán optar por enviarlos a los establecimientos o mantener un Plan de Educación a Distancia.
“Para nuestra institución, el bienestar y la salud de los niños y niñas y equipos educativos, es una preocupación primordial, por lo cual, se han maximizados todas las condiciones de seguridad sanitaria con protocolos estrictos de ingreso y funcionamiento en cada establecimiento educacional, lo que, además nos ha permitido ir aumentando el número de niñas y niños que asisten en forma presencial”, señaló la directora regional de Integra, Luz María Ramirez.
Algunas de estas medidas son implementar horarios diferidos de entrada y salida de párvulos, organizar uso de baños, demarcar de manera visible la distancia de un metro en los lugares de espera, propiciar en un metro el distanciamiento social, control de temperatura, ventilar salas y espacios comunes cerrados, eliminar los saludos, limpieza y desinfección frecuente de espacios e implementar rutina de lavado de manos, entre otros.
CONSECUENCIAS DEL ENCIERRO
Desde que comenzó la pandemia por Covid-19, la baja autonomía que tienen los párvulos, el encierro y muchas veces la falta de acompañamiento en casa para dirigirlos/as en alguna actividad educativa, ha generado una profunda pérdida, por no asistir a la sala cuna o jardín infantil.
En tanto, la salud mental de los niños y niñas también se ha visto afectada. Así lo confirma el servicio Fonoinfancia de Fundación Integra que entrega atención psicológica gratuita no presencial a padres y/o cuidadores/, y que durante este periodo ha visto aumentar en 21% sus consultas sobre la estabilidad emocional infantil de niños y niñas.
En dicho contexto, el servicio de Fonoinfancia de Fundación Integra (800200818), que ofrece atención psicológica no presencial y gratuita, dirigida a acompañar a los adultos responsables del cuidado y protección de niños y niñas, confirma que el año 2020 pudo constatar, cómo la pandemia fue reduciendo la capacidad de dichos adultos para sostener, contener, comprender y acompañar a niños/as y cómo ello repercutió en su estabilidad emocional.
Alicia Varela, jefa del Departamento de Promoción de Fonoinfancia, explicó que desde que comenzó la pandemia, las consultas sobre conductas socioemocionales de niños y niñas, relacionadas con tristeza, retraimiento y autorepoches, aumentaron en un 21 % entre 2019-2020. Mientras que las consultas sobre estados emocionales de niños/as provocados por pérdidas significativas y ausencias prolongadas de familiares y amigos, crecieron en un 20%.
“Al hablar de salud mental en niños y niñas es importante relevar cómo la restricción a la movilidad social los ha situado -por un tiempo considerable- en el espacio reducido de sus hogares, afectando con ello la socialización, el juego, el encuentro con sus pares y adultos, los aprendizajes, el movimiento del cuerpo y las emociones, así como las distintas posibilidades de disfrutar y aprender con otros”, puntualizó la psicóloga.