La investigadora del Centro de Estudios y Gestión Social (CEGES) de la Universidad Autónoma de Chile, Dra. Verónica Gómez, lleva adelante una investigación que busca indagar en las diferencias que se dan entre el discurso y las prácticas en el segmento joven respecto de cómo se asumen responsabilidades laborales y familiares y que tienden a reproducir la desigualdad de género en el tiempo.
La Dra. Gómez explica que investigaciones recientes en Chile y en otros países muestran cómo el mundo del trabajo ha cambiado en las últimas décadas con la globalización y el aumento de la tecnología. Además, quienes tienen menos de 35 años hoy conforman una generación mucho más educada desde el punto de vista formal, lo que hace que este grupo tenga expectativas diferentes respecto del trabajo remunerado.
A esto, la investigadora agrega como escenario complementario, que la mencionada generación ha vivido modelos de relaciones de género, de pareja y familia que también son muy diferentes a los que conocieron sus padres. En ese contexto, Gómez explica que investigaciones sugieren que el discurso y las expectativas de hombres y mujeres en este ámbito han cambiado, y hoy los jóvenes -sobre todo las mujeres- expresan querer relaciones de pareja y familia más igualitarias, en las cuales los roles de género no sean tan marcados.
“Sin embargo, las prácticas cotidianas tienden a mantenerse -por ejemplo, las mujeres siguen realizando mayoritariamente el trabajo de cuidado y los hombres siguen siendo los principales proveedores económicos en las familias biparentales, incluso en los sectores más jóvenes. Hay una inconsistencia importante entre discurso y prácticas, que tiende a reproducir la desigualdad de género en el tiempo. Por eso, el objetivo de este estudio es levantar información que nos ayude a entender por qué se produce esta inconsistencia. Aunque las personas jóvenes tengan un discurso más igualitario, es posible que en la vida cotidiana resulte difícil traducir ese discurso a prácticas concretas”, sostiene la investigadora.
Gómez postula que ello podría ocurrir por dos razones. Una de tipo cultural que presiona a las personas para reproducir prácticas ya aceptadas y normalizadas. Y la segunda razón es de orden estructural: si hay más facilidades institucionales para que las mujeres cuiden bebés o niños pequeños -licencia postnatal, permisos, salas cuna-, buscar un arreglo distinto resulta más costoso para la pareja, independientemente de sus preferencias personales. “Nuestra hipótesis de trabajo es que una parte importante de esa inconsistencia entre discursos y prácticas se relaciona con una combinación de esos factores, y con los “márgenes de negociación” -por decirlo así- que hombres y mujeres tienen en la familia y en los órdenes institucionales, específicamente el trabajo remunerado”, precisó Gómez.
Por eso, la investigadora cree que es relevante entender cómo las personas jóvenes negocian y toman sus decisiones respecto a sus expectativas familiares y laborales. “Si queremos promover una mayor igualdad de género, es importante que podamos tener información que nos ayude a entender por qué se mantienen prácticas que reproducen la desigualdad, lo que nos permitiría concebir estrategias de intervención para promover el cambio. Además, la literatura que estudia experiencias internacionales sugiere que decisiones muy importantes, como las referidas a la descendencia, incluyen consideraciones como las que se busca levantar en este estudio -por ejemplo, si es posible combinar trabajo y familia, si existen redes de apoyo familiares e institucionales para el cuidado de niños y niñas-, especialmente en un mundo del trabajo que está cambiando aceleradamente. Y por último, las políticas públicas raramente son neutras, especialmente en términos de género, por lo que saber cómo hombres y mujeres jóvenes perciben estas políticas y si las consideran al momento de planificar sus proyectos personales es importante para entender sus efectos a mediano plazo”, concluyó.