Así, el documento da cuenta sobre cómo el uso del tiempo se organiza de un modo diferenciado en la sociedad, dependiendo de la edad, la situación laboral o el sexo, expresando el carácter social de la organización de la vida cotidiana y las desigualdades y/o brechas que allí se expresan.
En este plano, y en cuanto al tiempo destinado al trabajo no remunerado, por ejemplo, se observa que las mujeres dedican a este 5,80 horas en un día tipo, mientras que los hombres dedican solo 2,59 horas, es decir, hay una diferencia de 3,21 horas.
A nivel del total de población (todas las personas, independientemente de si realizaron la actividad o no), una cuarta parte del día (6,17 horas) se destina al ocio y a la vida social. Si bien las horas dedicadas por las mujeres al mercado laboral y los estudios son menos que en el caso de los hombres -3,61 horas versus 5,74 horas, respectivamente-, el mayor tiempo que destinan al trabajo no remunerado se traduce en una menor disponibilidad para las actividades de ocio y vida social: las mujeres destinan 5,94 horas promedio en ocio y vida social, los hombres dedican 6,43 horas en un día tipo.
Las personas desocupadas e inactivas (fuera de la fuerza de trabajo) destinan más tiempo al ocio y a la vida social que la población ocupada, pero, al mismo tiempo, presentan una mayor brecha de género en sus tiempos asignados al ocio y vida social que las personas ocupadas. Los hombres desocupados e inactivos dedican 1,57 horas y 1,28 horas más que las mujeres, respectivamente, mientras para los ocupados esta diferencia es de 0,34 horas, siempre en desmedro de ellas.
Al analizar este fenómeno, considerando el quintil de ingresos del hogar, se aprecia que la diferencia entre el tiempo destinado a actividades de ocio y vida social y el tiempo destinado al trabajo no remunerado, aumenta conjuntamente con el nivel de ingresos del hogar, donde el tiempo destinado a ocio y vida social alcanza un máximo de 6,75 horas y aquel destinado a trabajo no remunerado, un mínimo de 3,96 horas en el quintil de mayores ingresos.
En cuanto a las actividades de ocio y vida social, casi la totalidad de la población declara destinar tiempo a compartir y conversar con la familia y amigos, aunque las tasas de participación y los tiempos promedio destinados a esta actividad disminuyen a medida que aumenta la edad, sin diferencias significativas entre hombres y mujeres.
En el caso de la práctica de deportes, la participación se concentra en las personas más jóvenes, principalmente en el caso de los hombres: un 45,1% de los hombres entre 12 y 24 años realiza deportes, mientras que sólo un 24,1% de las mujeres en esa edad lo hace. En ambos sexos la participación disminuye drásticamente en los tramos de mayor edad.
Un hombre de 12 a 24 años, por ejemplo, dedica 1,21 horas diarias a esta actividad, mientras que uno de 66 años o más lo hace solo 0,76 horas. En el caso de las mujeres, el primer rango etario mencionado realiza 0,96 horas diarias de deportes y el segundo, 0,69 horas.
Finalmente, en cuanto a la satisfacción con el uso que hacen del tiempo libre, entre un 50% y un 58% de las personas se encuentra satisfecha o muy satisfecha en ese sentido, tanto en términos de calidad como de cantidad. Las mujeres, por su parte y en comparación con los hombres, presentan menores niveles de satisfacción con respecto al tiempo destinado a las amistades, pasatiempos y con la calidad del mismo.
Mientras los jóvenes (12 a 24 años) y los adultos mayores (66 años y más) son los más satisfechos con su tiempo libre, la población entre 25 y 45 años es la que menos lo está, destacando que solo el 36,9% de esta se declara satisfecha con la cantidad de tiempo libre de la que disponen.