Por Ana Ramírez Méndez
Matrona Docente de la Carrera de Obstetricia y Puericultura U. Autónoma de Chile
Según la escasa evidencia científica disponible y los casos de coronavirus observados, se cree que las gestantes podrían tener un mayor riesgo de enfermedad, morbilidad o mortalidad severas en comparación con la población general debido a los cambios fisiológicos que ocurren durante el embarazo.
Preocupante es la posibilidad de la transmisión vertical del virus, que se produce de la madre al feto durante el embarazo, para ello se ha estudiado recientemente muestras de líquido amniótico y sangre de cordón umbilical, resultando negativas para COVID-19, lo que permite determinar que no existe evidencia suficiente para asegurar este tipo de transmisión. Tampoco se ha comprobado si el virus es excretado en la secreción vaginal, y con ello, no se demuestra la existencia de un mayor riesgo de transmisión a través de un parto vaginal, considerando esto, el momento y la vía del parto se deben individualizar según las condiciones materno-fetales existentes. Cabe mencionar que el COVID-19 no modifica el manejo obstétrico estándar, incluyendo la analgesia y/o anestesia del parto, manteniendo el acompañamiento significativo (una persona sana) durante el trabajo de parto y parto, manteniendo las precauciones estándar de aislamiento de contacto y gotitas.
La mayor controversia la causa la decisión de amamantar en madres con COVID-19, ya que, a pesar de que no se ha comprobado aún la presencia del virus en la leche materna, existe la posibilidad de contagiar al recién nacido durante el proceso de amamantamiento, para evitar esto, se deben tomar todas las precauciones necesarias, incluyendo el lavado de manos y uso mascarilla. Otra posibilidad existente es la extracción de leche materna, donde la madre debe lavar sus manos antes de manipular el extractor y seguir las indicaciones estrictas de aseo posterior a su utilización.
Por lo tanto, el manejo clínico de las mujeres embarazadas con COVID-19 no considera grandes diferencias respecto a la población general, teniendo siempre derecho a recibir una atención de alta calidad, enfocado a la prevención, evaluación, diagnóstico y tratamiento, incluyendo atención de salud prenatal, intraparto, neonatal, postnatal, y de salud mental.