Ítalo Parietti fue uno de los rescatistas que participaron en las labores de búsqueda. Recordando la jornada del viernes, contó que lo embargó una sensación contradictoria: «como que cumpliste, pero te faltó lo más importante, que era encontrar a Tomás con vida».
Con “el corazón apretado” quedó el bombero rescatista Ítalo Parietti (49), parte del equipo de búsqueda que el viernes encontró el cuerpo de Tomás Bravo, el niño de tres años que llevaba nueve días desaparecido.
Parietti es bombero hace 35 años, voluntario de la Cuarta Compañía Italiana de Talcahuano y fundador del equipo USAR de la provincia de Concepción desde 2011.
En conversación con Las Últimas Noticias, Parietti contó cómo vivió el día del hallazgo y afirmó que cuando la gente lo saluda, siente angustia: “hay rabia, impotencia, ganas de llorar. Nuestra misión era encontrar con vida a Tomás, pero lamentablemente no se dio. No fue el final de la historia”.
El bombero relató que el sector donde fue encontrado el menor “es un camino forestal, un lugar boscoso, hay mucho matorral, mucho árbol, muchos eucaliptos”. Estos caminos, explicó, “son horribles para moverse” y para transitar en vehículo porque están hechos para que transite sólo maquinaria. “Uno puede ir caminando de lo más bien y, sin darse cuenta, te metes entre medio del bosque y encuentras una quebrada o una pendiente de 20 o 30 metros de altura”, sostuvo.
“Cuando encontramos a Tomás, me quebré. Me puse a llorar”, dijo Parietti, recordando el momento del hallazgo. Su hijo, quien también es bombero y lo acompañó en la búsqueda, fue “un pilar” que lo sostuvo.
En el viaje a casa, sintió una sensación extraña: “como que cumpliste, pero te faltó lo más importante, que era encontrar a Tomás con vida. Que estuviera con su mamá, jugando, en su casa”.
“Todavía estoy con sentimientos encontrados. No se me ha pasado la pena, no se me ha pasado la angustia”, concluyó