La Real Academia Española define el término procrastinación como la tendencia y el resultado de demorar, retardar o retrasar algo; sea esta una actividad de carácter obligatorio o no.
Lo cierto es que esta tendencia no tiene una explicación científica, aunque sí existen comportamientos que tienen en común las personas que suelen demorar ciertas actividades para dar espacio a otras.
Una columna del diario estadounidense The New York Times explicó que en realidad lo que hace el cerebro en ese momento es entrar dentro de un fenómeno llamado efecto de urgencia.
Los datos revelados por dicho artículo estuvieron basados en un estudio elaborado en febrero de 2018 por investigadores del Journal of Consumer Research, el cual se titula “El mero efecto de la urgencia”.
De acuerdo a esta publicación, los seres humanos tienen la tendencia a realizar primero las tareas urgentes más pequeñas, es decir, aquellas que tienen una fecha límite. Obviamente, aquellas obligaciones sin fecha límite son dejadas para otro momento.
“La gente tal vez elija realizar tareas urgentes con periodos breves de término en vez de actividades importantes con resultados más grandes porque los quehaceres relevantes son más difíciles y la meta de realización está más lejos; porque los pendientes urgentes dan resultados seguros e inmediatos, o porque la gente desea terminar las tareas urgentes primero y después trabajar en quehaceres importantes”, consigna el estudio.
Por otra parte, la psicóloga de la Clínica Alemana, Solange Anuch, indicó en el sitio del organismo que este tipo de comportamientos son propios en personas que aprenden conceptos errados de sí mismos y dudan de sus aptitudes o habilidades; todo originado en el proceso de desarrollo humano.
“Cuando esto sucede, los individuos tienden a sobrerreaccionar frente a la tensión que les provocan sus propios pensamientos negativos. Se focalizan en el estrés o tensión, tratan de neutralizar el malestar, le ponen término evitando experimentarlo en el futuro y desplazan cualquier situación que los exponga”, describió Anuch.
La profesional especificó que este trastorno afecta principalmente a personas que son inseguras, temerosas a la crítica, tensas, autodepreciativas y que previenen el rechazo o la crítica.
¿CÓMO SUPERAR ESTA CONDICIÓN?
La procrastinación ha sido investigada por psicólogos y académicos en todo el mundo y aunque no lo creas, detrás de ella hay varias cuestiones científicas. El portal de noticias estadounidense Huffington Post resumió las 5 claves que necesitamos para comprenderla y superarla:
1) Algunos se ven más afectados por la procrastinación que otros: Y aunque suene gracioso, esto se debería a una predisposición genética de dejar todo para el último momento. Según investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder, hay quienes se distraen más fácilmente, y otras suelen desarrollar tendencias impulsivas.
2) La procrastinación nos hace sentir bien, pero sólo por un corto tiempo: Estar conscientes de que posponer las tareas nos hará sentir un poco de pánico, ansiedad y agotamiento cuando llegue la hora de enfrentar el trabajo, el estímulo que genera a corto plazo hace que “estiremos más el chicle”.
3) Tomar decisiones, una lucha constante para el cerebro: La toma de decisiones es un proceso voluntario, y si no somos conscientes del momento o bien no nos concentramos en el trabajo que estamos haciendo, el sistema límbico (regiones dominantes del cerebro), interviene, dejándonos llevar por lo que más nos agrada, generalmente el impulso acompañado por la dopamina.
4) Cuando procrastinas, el autocontrol no funciona: La procrastinación también afecta ciertas tareas específicas que involucran el autocontrol.
5) Ir en contra de la procrastinación está en tus manos: Tal como lo lees: dejar de procrastinar depende de ti. Muchas veces, este sentimiento de “sacar la vuelta” viene de la falta de pasión o interés por las tareas que estás cumpliendo. Es por esto que lo tomamos como algo que hay que evitar.