En un partido dominado casi por completo, los azules se hicieron dueños de su destino y derrotaron a San Luis con gol de Felipe Mora, para inscribir la decimoctava estrella en el cielo azul.
El grito de campeón volvió a escucharse más allá del horizonte, más allá de un cielo azul que llevaba dos años ocultando las estrellas para Universidad de Chile . Hasta que los azules se hicieron dueños de su destino y alcanzaron la alegría que su pueblo esperaba, con paciencia incondicional, pero con la urgencia del grande que no podía esperar más. La U es el nuevo campeón del fútbol chileno.
Era un partido para valientes y la U los tenía. En la cancha y en el tablón. No dejaron de rugir cuando Octavio Rivero abrió la cuenta para Colo Colo en La Serena, ni cuando Carlos Escobar estuvo a punto de hacerlo para San Luis en el Estadio Nacional. Fueron diez minutos de terror, pero Jean Beausejour sacó el balón de la línea y luego el mismo zurdo apuró un lateral para encontrar a su socio favorito, Felipe Mora.
El delantero amagó hacia afuera un hacia adentro. Percutó de cabeza, capturó el rebote y batió a Matías Cano. Era el 1-0, el gol de campeonato y del triunfo de los que nunca dejaron de creer, de la mano de un Guillermo Hoyos que limpió la cara de un equipo trastornado por el discurso y que hoy se puso a la altura de su jerarquía. Beausejour fue el ejemplo. También Gonzalo Jara, Johnny Herrera y Lorenzo Reyes. Trabajaron para ganar.
En Ñuñoa el equipo no salió bien parado, pero se adecuó a las ausencias de Matías Rodríguez y Gonzalo Espinoza, y la lesión de Mora. Yerko Leiva fue de menos a más, Monzón dio cuenta de su ductilidad y luego David Pizarro cocinó la victoria a fuego lento. Sin miedo y sin prisa llevó la definición al lugar que más le acomodaba, y regaló pasajes de juego asociado que fueron un bálsamo al alma de un hincha que hace años esperaba esta U.
San Luis no tenía argumentos para hacer sufrir a la U ni contaminar su camino a la gloria. El resto de los equipos, menos. No estuvieron a la altura, en un torneo donde todos los candidatos terminaron batidos por sus propios errores. Mientras Hoyos y su doctrina se levantaron de dos clásicos deficitarios, de un comienzo a los tropiezos y de un fantasma que parecía imposible de espantar.
Así alcanzaron la estrella 18 y el cupo a la Copa Libertadores 2018, pero sobre todo, la saludable certeza de que hay caminos para triunfar y no son veleidosos. No hay contra todo y contra todos. No hay rival. Solo la U y sus valientes que despertaron para honrar sus propios pergaminos. Felicitaciones Universidad de Chile.