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Familia chilena lleva 51 días flotando en un velero frente a Honduras sin poder pisar tierra firme

Un chileno y su familia han vivido una verdadera travesía, debido a las medidas sanitarias que han implementado los países del mundo para evitar la propagación del coronavirus. El cierre de fronteras los tomó por sorpresa en medio de un largo viaje en alta mar y, desde entonces, no han podido llegar en ningún puerto.

La historia de Marcelo Escalante García inició luego de haber vivido varios años en España y sentir la necesidad de retornar a su país natal. Fue entonces cuando, junto a su esposa e hijo, decidieron comprar un velero para viajar a Chile y establecerse en Puerto Williams, donde pretendían dedicarse a los paseos turísticos con su reciente adquisición.

Luego de tanto buscar veleros, Marcelo dio con uno de segunda mano que estaba a la venta en Guatemala por lo que preparó sus cosas y, junto a su esposa e hijo, viajó a ese país para finalizar la compra y, una vez allí, contrató a dos jóvenes que lo ayudarían en el emprendimiento de turismo en Chile.

Una angustiante travesía

Todo iba “bastante bien” para familia de Marcelo: “Nos vinimos tranquilos, recorriendo cayos e islas deshabitadas del Caribe, donde no hay internet por ninguna parte y no había nadie que nos dijera lo que ocurría en el mundo por el coronavirus. Recién nos enteramos cuando llegamos al puerto La Ceiba, en Honduras”, eso fue el 17 de marzo, según describe el diario LUN.

Al llegar a Honduras, los interceptó un barco de la fuerza naval para advertirle que no podían permanecer en el territorio por la emergencia de la pandemia y les pidieron irse a alta mar. Sin embargo, Marcelo insistió en poder pasar la noche en el barco pero anclado al muelle: “Con un tono bien amenazante me dijo que sí”, dijo el chileno.

“Esa noche tuvimos la mala suerte de que hubo tormentas y fuertes vientos, el ancla garreó (se soltó) y nos movimos unos 60 metros hasta encallar en unas rocas. Pedí ayuda por radio, lanzamos bengalas y llamé por teléfono. Nadie nos quería ayudar”, reveló Marcelo sobre su angustiante travesía.

“En la última llamada que hice al número de emergencia, le dije a una operadora que iba a abandonar el barco porque corríamos peligro. A los 5 minutos apareció un barco de la zona costera”. Pero cuando fueron auxiliados, las noticias no mejoraron. Las autoridades no dejaron a la familia pisar tierra firme sino más bien, les pidieron irse de la costa.

Un nuevo y fallido destino

Las autoridades hondureñas le pidieron a Marcelo y a su familia navegar hasta la Isla de Roatán. Allí, según ellos, le iban a dar provisiones para pasar unos días de cuarentena, mientras determinan que ninguno tiene Covid-19.

El viaje, en condiciones normales, dura 3 horas aproximadamente, pero por el mal estado del velero de Marcelo, tardaron poco menos de 12 horas en llegar a puerto. El sacrificio no fue positivo ya que, al llegar, no recibieron buenas noticias.

Nos trataron como traficantes, nos sacaron fotos, le sacaron fotos al velero y nos dijeron que debíamos irnos de inmediato (…) les dije que la única forma de irme era a la cárcel porque no iba a poner en riesgo a mi familia, fue entonces cuando las cosas se pusieron tensas, pero con un mejor final: El capitán dejó a la familia quedarse en la costa en su barco, pero no pisar tierra firme.

2 semanas han pasado Marcelo y su familia agotando las provisiones que tenían, bañándose y lavándose los dientes con agua salada, y agotados por el reducido espacio que tenían los cinco en el velero. “La ida en un barco ha sido muy dura”, dijo Marcelo a LUN.

“Lo que más rabia da, es lo absurdo de todo. Llevamos 51 días aquí y no podemos pisar tierra porque el alcalde piensa que estamos infectados (…) Llevamos cuatro cuarentenas acumuladas”,explicó. Asimismo, resaltó que “no hemos recibido ayuda ni de consulado ni de la embajada”

Una nueva esperanza

Luego de 51 días en el barco, sin esperanzas de poder entrar a Honduras, hizo que Marcelo tomara una decisión: Reparar su nave y zarpar a un nuevo destino: Chile.

El domingo zarparemos a Chile, pero ya no vamos a Puerto Williams porque está cerrado, sino a Arica. Antes debemos ir a Guatemala a dejar a jóvenes que vienen con nosotros y después pienso recoger al mayor número de chilenos varados que están en el Caribe», dijo.

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