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Brigadas forestales suman extranjeros a sus filas

En el sector de Deuca, al interior de Curepto, Región del Maule, se encuentra en stand by la brigada de combatientes forestales 134 de la Base Palhuén. Ubicados en una intersección con alto tráfico, sus ocho integrantes están a la espera de algún llamado en caso de emergencia.

En esta brigada -la mayoría chilenos y con vasta experiencia-, hay dos extranjeros, Wadnel Revolus y Eric Dolce, quienes llegaron desde Haití hace casi dos años y han combatido el fuego prestando servicios a Working on Fire, contratista de la empresa ARAUCO. Están contentos porque este trabajo les ha permitido mejorar sus condiciones de vida y ponerse a disposición para defender a las personas, animales, viviendas y bosques.

Antes de llegar a Chile, Wadnel (23) trabajaba como jardinero o en la construcción y se motivó a venir por un amigo. “Me gusta mucho lo que hago. He hecho amigos, mis compañeros brigadistas, tengo la voluntad para hacer muchas cosas y aquí esto me permite ayudar a otros porque el fuego es peligro, mata a personas y afecta al bosque y ya llevo dos temporadas combatiendo”, enfatiza. De los ingresos que obtiene y descontando los servicios básicos de su vida en Chile, envía el resto a su familia en Haití que cuida a su pequeño hijo Watson.

Junto a Eric (42) cuentan con todos los requisitos para ser brigadistas forestales, que implica un estricto proceso de selección y capacitación técnica, además de la acreditación CORMA.

Fredy Rojas, Encargado de la Central de Protección de ARAUCO, comenta que los extranjeros que se incorporan a las brigadas pasan por un intenso proceso de selección que considera como primer requisito hablar y escribir español; pruebas sicológicas escritas y habladas. Una vez que aprueban esta primera parte se les forma y capacita en comportamiento y combate de incendios; además de un intenso entrenamiento físico. “Sólo el 30% de quienes postulan para brigadistas logran pasar este exigente proceso”, comenta.

Para esta temporada, Working on Fire tendrá un 5% de la dotación de brigadistas de origen extranjero (de un total de 1.300).

Wadnel y Eric siguen aprendiendo el español gracias al apoyo de sus “hermanos” como describen a sus compañeros de brigada. Eric ha realizado otras faenas en la industria forestal y también tiene a su hermano en Chile, quien ya tiene su propio emprendimiento. “Un incendio es muy peligroso para la gente, para el agua, para el entorno”, dice.

El jefe de brigada de esta unidad, Alan Maturana, comenta que la experiencia de tener extranjeros les ha permitido aprender costumbres distintas que se complementan con las propias. En el combate del fuego ellos han puesto en marcha todo su conocimiento y confianza en el equipo. “El trato y capacitación a ellos es igual que cualquier combatiente chileno, pasan por la misma capacitación y entrenamiento. Ellos deben seguir instrucciones claras y precisas, por eso se exige que entiendan y hablen el español”.

CONOCIMIENTO VENEZOLANO

El peligro del fuego también lo saben muy bien los brigadistas venezolanos de la base El Kayser, ubicada en las cercanías de Chillán, Región de Ñuble. Jimmy Narvaez y David Pérez son bomberos de profesión y pisaron por primera vez en Chile para combatir los megaincendios de 2017. “Ese año conocí a muchas personas y decidí emprender el viaje para trabajar acá porque no está alejado de nuestra vocación”, dice Jimmy.

Desde pequeño quiso ser bombero. Ya a los 12 años participaba de la brigada juvenil y luego pasó a la profesional. Reconoce que combatir incendios urbanos y rurales es muy diferente y más aún cuando se trata de proteger un bien país como es el caso del patrimonio forestal que tiene Chile, por lo que el combate tiene que ser contundente.

“Acá el bosque es una materia prima que se debe cuidar y resguardar porque la madera es una fuente de ingreso del país. En Venezuela no. Incluso, se difiere en la forma de combatir porque allá se usa agua y mangueras; en Chile, en cambio, el fuego se rodea y se combate a través de cortafuegos para que no avance”, explica Jimmy Narvaez.

Su colega David, además de licenciado en enfermería, es de familia bombero, tanto su padre como hermanos y llegó al grado de Sargento Primero, pero emigró en octubre 2017 buscando mejores condiciones para vivir. Está contento porque lo han recibido con los brazos abiertos. “Este trabajo es muy lindo porque uno ayuda a las personas”, señala.

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