Carlos Charme asumió en octubre la dirección del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda). Y a dos meses en el cargo, saltó a la palestra al afirmar que el gobierno no impulsará iniciativas que legalicen la marihuana. Eso, mientras un grupo de parlamentarios de oposición busca reflotar un proyecto, ya ingresado al Congreso, que va en la línea contraria.
En ese contexto, Charme explicó a La Tercera, las razones que lo llevan a descartar un respaldo del gobierno, destacando las “alarmantes y preocupantes” cifras registradas entre la población de 13 y 18 años, que posicionan a Chile como el primer país de América en el consumo de drogas y estupefacientes.
Por lo cual descarta de plano la legalización de la marihuana. “Lo descartamos, porque causa un grave problema de salud a la población, especialmente a niños, niñas y adolescentes: problemas neurológicos y de desarrollo físico, y esa posición no solo está avalada por lo que dice Senda o el gobierno. Las sociedades médicas han sido tajantes en los últimos años respecto de los daños permanentes y gravísimos asociado al consumo de marihuana”, remarcó.
Una encuesta realizada por Senda el 2016 muestra la prevalencia del consumo, en el 2010 empieza a crecer sustantivamente, aumentando un 215% entre ese año y 2016.
“Eso es lo real, lo que la gente reporta. Además, en 2010, un 48,1% de la población percibía alto riesgo en el consumo de drogas, y a 2016 ese indicador ha ido bajando hasta llegar a un 29,2%. Entonces, cada vez se consume más marihuana y cada vez se tiene menor percepción de riesgo“, alertó.
Al ser consultado sobre los niños y jóvenes y su consumo, mostró un estudio de la población escolar, de octavo y cuarto medio y según las cifras es brutal.
“En 2009, la prevalencia anual del consumo estaba en 15,1%, y esa curva fue aumentando hasta 2015, cuando se duplicó, llegando a 34,2%. La misma lógica que se da en adultos ocurre en los escolares, pero más gráficamente: acá también cayó la percepción de riesgo, en niños de entre 13 y 18 años, pasando de 37,8% en 2009 a 21,5% en 2015. Hoy vemos que solo uno de cada cinco niños percibe un alto riesgo de fumar marihuana. Son cifras de alarma pública, muy preocupantes, y nos llama a todos los actores de la sociedad, públicos y privados, a abocarnos a esto”.
Con respecto a nuestros vecinos la situación no es mejor y nos ubica a la cabeza con respecto al consumo.
“Nuestros jóvenes son los primeros de América en ingesta de cocaína, marihuana, alcohol y pasta base. En el continente americano somos los primeros, con niños de octavo y cuarto medio, y si llevamos las cifras a segundo medio son aún más preocupantes, pues cuando digo que somos los primeros no es por poco: es por muchísimo. Ahí tenemos un tema: las señales políticas y públicas que les damos a niños, niñas y adolescentes tienen que ser claras en cuanto a que la marihuana sí hace daño a la salud, que acarrea consecuencias sociales graves y que destruye vidas y proyectos”, agregó.
Los daños que causa el consumo de marihuana, para Charme, no son sólo de salud, sino también conllevan consecuencias sociales, donde no sólo afecta a quien consume sino que también a su familia y a la comunidad.