Altas temperaturas se han registrado en la zona central del país desde que comenzó noviembre. La primavera se tornó más calurosa de lo común y sorpresivamente han caído lluvias de mediana intensidad. La complejidad del clima mediterráneo y las consecuencias del cambio climático nuevamente amenazan con la aparición de incendios forestales en el próximo verano.
Patricio González Colville, académico del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología (Citra) de la Universidad de Talca (UTALCA), explicó cómo ha aumentado la temperatura en la Región del Maule con el pasar de los años y su relación con el riesgo de producir megaincendios.
“En el siglo XX teníamos 135 días de calor (temperatura máxima igual o superior a 25°) durante los meses de verano y en el siglo XXI ha incrementado a 146 días. En cuanto a las olas de calor (temperatura superior a los 33°) en el siglo XX teníamos 13 días y en la actualidad proyectamos 23 días para el 2019, los cuales consideramos de alto riesgo. Incluso se esperan aproximadamente seis días con temperaturas cercanas a los 39° en enero y febrero”, sostuvo.
Aunado a eso, el investigador indicó que el factor sequía también ha contribuido a la aparición de violentos siniestros como el ocurrido durante el verano de 2017. “En el siglo pasado llovían 97 días, en la actualidad esa cifra quedó reducida a 64 días”, agregó.
La combinación de ambos factores, según explicó José San Martín, académico del Instituto de Ciencias Biológicas de la UTALCA, permitirá que la biomasa vegetal no tenga el suministro suficiente de agua para retardar el efecto del fuego en el caso de un incendio.
“Hay una biomasa forestal remanente que representa un riesgo, porque donde hay un grupo de árboles debe haber un incendio, puesto que la biomasa tiene que seguir el ciclo de circulación normal de la materia”, advirtió.
San Martín, alertó sobre el riesgo del 30-30-30, nomenclatura que indica 30° o más de temperatura, humedad relativa inferior al 30% y vientos sobre 30 kilómetros por hora, cuya combinación aumenta la probabilidad de ignición y la propagación de los incendios.
El académico forma parte de la comisión que supervisó los daños ocasionados por el incendio de 2017 en las especies forestales endémicas del Maule. Tal es el caso del Ruil, árbol nativo que perdió más del 53% de su superficie en la región y es considerado como el más amenazado de Chile.
El tipo de clima mediterráneo existente en la zona central del país tiene características radicales en cuanto a la temperatura, con veranos secos, añade González, quien compara que el mismo clima es compartido con California, donde históricamente los megaincendios han sido una amenaza y que en la actualidad han generado una catástrofe en más de 40 mil hectáreas de terreno.
El director regional de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), Luis Carrasco, indicó que la institución cuenta con la disponibilidad de 20 brigadas terrestres (350 personas), tres helicópteros y dos avionetas para el monitoreo de las zonas de riesgo y por un eventual combate al fuego.
Asimismo, agregó que las empresas privadas ha reforzado el trabajo de prevención con la instalación de cámaras 360 con sensores térmicos que permiten detectar cualquier siniestro en los bosques.
También, la CONAF ha realizado capacitaciones en más de 150 comunidades rurales con el fin de evitar la quema de desechos, la tira de desperdicios y las medidas de seguridad que deben tener en sus hogares ante una situación de incendio.