Comenzó septiembre, las calles se tiñen con los colores de la bandera de Chile, aparecen los volantines y la gente inconscientemente empieza a pensar en las fondas, ramadas, los juegos tradicionales, asados familiares y momentos de diversión y esparcimiento.
Actividades que en su mayoría requieren de la capacidad económica de las personas, la que muchas veces proviene de los tradicionales aguinaldos que entregan las empresas a sus colaboradores en este mes, el que tal como lo aclara el director de la Escuela de Ingeniería Comercial de la UCM, Andrés Valenzuela, no es algo que obligatoriamente deben entregar los empleadores.
“El servicio público tiene aguinaldos por Ley, mientras que para las empresas privadas no es ninguna exigencia. La Dirección del Trabajo al respecto señala que, si una organización ha dado estos aguinaldos o bonos sistemáticamente en el tiempo, se puede asumir un cierto grado de obligatoriedad, ya que es un derecho adquirido de los trabajadores, aunque no se establecen montos”, explicó.
Más allá del tema legal, Andrés Valenzuela señaló que los aguinaldos cumplen el propósito de generar pertenencia de los empleadores, por lo que propone una nueva forma de distribuir ese dinero con los colaboradores. “Muchas veces el que gana más, recibe un mayor aguinaldo, lo que en mi opinión está mal, porque desde el punto de vista empresarial, aquella organización no hace una buena inversión, considerando que este bono en primera instancia hace que se motiven los trabajadores, que sientan una mayor relación de pertenencia con la empresa, pero si proporciono en función de los niveles de ingreso y a los que tienen más renta, les doy mayor aguinaldo, lo más probable es que la ganancia del que reciba más, será marginal”, explicó.
“Por ejemplo si a una persona que gana más de 2 millones de pesos se le da un aguinaldo de cien mil pesos, en comparación a una que gana 350 mil y se le da el mismo bono, al segundo, le significa un cambio mucho mas importante, con más del 25% de su sueldo, mientras que para el primero ese mismo aguinaldo no es tan considerable o valorado, de hecho pasa a ser marginal”, complementó el especialista.
Por ello es que, como consejo, el director de la Escuela de Ingeniería Comercial UCM, indicó que “no sería malo explorar la entrega de una suerte de bono invertido, de hecho hay funciones económicas que muestran que cuando se tiene un cierto nivel de ingreso, su incremento no genera el mismo efecto dependiendo de la renta base sobre la cual se aplica”, sentenció.
El buen reparto de aguinaldos por sencillo que pueda parecer, para el académico UCM, es un tema en el que hay que ser cuidadoso. “Hay estudios que podrían alertar las políticas de incentivos, porque cuando los trabajadores las ven como derecho adquirido, podría valorarse menos, mientras que si no están podrían desmotivar”, afirmó.
Por ello, Valenzuela, recomienda la entrega de canastas con productos, más que el dinero. “Una práctica que se puede volver a explorar y que fue como se iniciaron los aguinaldos, es entregarle cosas a la gente, canastas o bolsas con productos, lo que es menos frío que el solo hecho de entregar dinero o una giftcard”, explicó.
“Hay empresas que optaron por la canasta, ya que muchas veces, al entregar el dinero, este no se aprovechaba por toda la familia, sino que es utilizado solo por el trabajador, mientras que, si se reparte esta ayuda, la organización podría crear un vínculo mayor con la familia, lo que hace mas efectivo el lograr pertenencia e integración del trabajador con su lugar de trabajo”, finalizó.