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Vivir en la calle una realidad a la que no se le puede dar la espalda

Imágenes como las que mostramos en nuestra galería se repiten a diario en la región del Maule, se trata de personas que se encuentran en situación de calle. Una realidad que se hacen visibles para la comunidad en general en este periodo de invierno pero lo cierto es que está presente todo el año.

A diario esta condición golpea la ventana de nuestros autos, nos ofrece un “parche curita” en la calle o un chocolate en el microbús y en muchas de esas ocasiones la mirada esquiva esta realidad, pensando que con esa reacción el problema termina.

Ruta Calle del Hogar de Cristo

En la región el catastro del gobierno establece que 600 personas viven en situación de calle, esto quiere decir  que lo hacen bajo puentes, basurales, en plazas, al interior de vehículos abandonados entre otros lugares que los pueda proteger del frío y la lluvia.

En ocasiones solo basta una bolsa plástica para utilizarla como pared que evite que el agua ingrese hasta sus improvisados dormitorios, los que no resisten la fuerza del clima.  Aquí es cuando la labor de organizaciones sociales como el Hogar de Cristo a través de su programa Ruta Calle –que recibe aporte del gobierno para su implementación- toma un real sentido, llega al corazón de las personas que viven en esta condición.

Ruta Calle comienza en la cocina de la hospedería del Hogar de Cristo, donde se prepara alimento para 25 personas –en la realidad es para muchas más- Noche tras noche un grupo de voluntarios se reúnen para recorrer las calles de la ciudad y llegar hasta los lugares más impensados donde las personas se refugian del frío.

A diario se encuentran con una realidad inhumana, colchones y algunas frazadas se transforman en improvisados dormitorios bajo máquinas abandonadas, separados por un delgado nylon, como sucede en la calle 6 Norte entre 18 y 19 Oriente, en este lugar generalmente cohabitan cinco personas que producto de la lluvia de los últimos días debieron abandonar en busca de un lugar más protegido.

El equipo de voluntarios de la Ruta Calle llega a todos estos lugares para entregar alimento caliente, kit de aseo personal, entre otros elementos para ayudarlos a protegerse, debido a que la mayoría de ellos evitan llegar a los albergues o a la propia hospedería del Hogar de Cristo.

Marita Fischer llegó hace un año aproximadamente a Chile a par parte de la obra Social del Hogar de Cristo en un intercambio con la Cruz Roja alemana y reconoce que “no hay muchas cosas que podemos hacer porque claro podemos entregar comida, frazadas pero falta mucho más. Falta una propia casa, falta mucho. A mí me gusta mucho que la gente son súper amable y tienen mucha gratitud para la comida y las cosas pequeñas que hacemos por ellos y siempre compartimos un momento, una conversación y los tratamos con respeto y eso es lo más importante”.

Viviendo bajo el puente

La ruta a diario se modifica para no dejar a nadie sin recibir esta ayuda, de esa manera es como conocimos a los hermanos Rodrigo y José del Río. Hace un par de años viven en una improvisada casa bajo el puente viejo del Río Claro.

Rodrigo nos cuenta que “en el programa Calle también me están ayudando con la jubilación, me van a jubilar y los papeles ya se fueron para Santiago y estamos esperando que llegue la plata. Además me van a ayudar con la casa para vivir con mi hermano José Miguel… Aquí nos aguantamos el frio y el viento y cuando se mete el agua tenemos que arrancar o dormimos arriba de la cama”.

José Miguel es de pocas palabras pero que dicen mucho “bueno, son buenos (voluntarios de ruta calle) nos ayudan, la comida, las frazadas el café, son buenos”.

Albergues

Conociendo la realidad de las personas en situación de calle el gobierno a dispuestos de un programa especial de albergues que son complementarios a la labor que realiza el Hogar de Cristo con su hospedería.

Los albergues solo se extienden por un periodo determinado de tiempo y busca entregar comida caliente, ropa y techo para protegerse durante el invierno. En la región estos recintos se encuentran ubicados en Talca en calle 2 Norte #1767, entre 10 y 11 Oriente; en Curicó está en Villota #430, entre Yungay y Peña, y la hospedería del Hogar de Cristo (Trapiche #1214); mientras que en Linares, en el mismo Hogar de Cristo, cuyo paradero es Freire #101 (esquina Esperanza).

Juan Bernachea vive en situación de calle hace algunos años y asegura que “no es fácil, para uno que estás en la calle no es fácil… (albergue) es un aporte para los que queremos salir adelante es un buen aporte… aquí los tíos siempre con uno lo apoyan,. Lo ayudan, lo aconsejan y siempre hay ayuda y eso uno tiene que agradecer y saber aprovecharlo que eso es lo más bueno”.

En el caso de Hugo Guerrero quien también ha encontrado en el albergue de Talca un lugar donde protegerse explica que en la calle “se pasa muy mal, se sufre mucho. La gente muchas veces lo mira en menos. Conozco gente de la calle que los llaman ‘torrantes’ y eso duele mucho… (albergue) es lo mejor que hay aquí, es un hogar para mí”.

Pese a que existe un cupo limitado para recibir en el albergue la idea es que nadie queda fuera y para ello es que siempre hay espacio para uno más apelando a  la solidaridad del ciudadano de la calle, de aquel que tiene muy  poco, pero eso lo comparte.

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