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Científicos utilizan microorganismos antárticos para restaurar árboles en riesgo de extinción

Las técnicas biotecnológicas utilizadas para el sector agro que crean “súper vegetales” resistentes a las condiciones ambientales adversas, pueden ser la solución para árboles y plantas en peligro de extinción, de acuerdo a investigaciones de científicos de la Universidad de Talca (UTALCA), quienes han demostrado que la inoculación de microorganismos podría ser utilizados como una estrategia exitosa en planes de restauración ecológica en la Región del Maule.

Los investigadores se encuentran desarrollando un proyecto sobre el uso de microorganismos de la Antártica como una potencial herramienta biotecnológica que se está probando en el sector forestal o en el área de restauración ecológica.

El director del Área de Ecología y Biodiversidad del Instituto de Ciencias Biológicas de la UTALCA,  Marco Molina-Montenegro, lidera esta iniciativa que pretende ejecutarse de manera masiva a futuro en los planes de restauración con diferentes especies.

“Utilizamos la lógica que, si lo mecanismos desplegados por los microorganismos de la Antártica para generar una simbiosis funcional mejoran la tolerancia ambiental de cultivos, si logramos inocular y generar esta simbiosis con plantas o árboles como el ruil, podemos conferirle una tolerancia ambiental y una mayor supervivencia que ayude a su restauración. Habíamos hecho años atrás experimentos similares con pino para una empresa en el secano costero del Maule con excelentes resultados. Los árboles aumentaron su supervivencia, la eficiencia del uso de agua y resistencia al estrés ambiental”, describió.

PLAN PILOTO

Al llevar a ejecución un plan piloto, efectivamente se constató que el uso de microorganismos provenientes de la Antártica constituye una solución cuando se busca llevar a cabo planes de restauración de especies en peligro de extinción como es el caso del ruil. En general, los planes de reforestación no tienen un éxito más allá del 10 o 15%, según el investigador, lo que quiere decir de cada cien plantas, al pasar de un año no quedan más de 15. No obstante con la simbiosis funcional se logró un resultado  más alentador, dado que se consiguió aumentar en tres veces este porcentaje.

MECANISMO

El proceso tiene su punto de partida en la colección de plantas de la Antártica para obtener sus raíces, las cuales posteriormente se ponen en medios de cultivos selectivos. Con golpes de frío y calor, las raíces generan esporas que se traspasan a medios acuosos. Para la simbiosis funcional, se utilizan principalmente los hongos del género Penicillium. Este mix de hongos se inocula de manera directa a través de un vector acuoso a las plántulas. Más adelante, cada cierto tiempo, se extraen raíces secundarias del ruil y, mediante técnicas moleculares, se confirma si se logró la simbiosis efectiva.

Tras experimentos en invernadero,  se confirmó que todos los individuos de ruil que tenían organismos de la Antártica en simbiosis, aumentaron la tasa fotosintética y su eficiencia en el uso del agua, medido a través de la cantidad de carbono que consume versus la cantidad de agua ocupada. Esto se tradujo en una mayor biomasa de crecimiento, (20%) en comparación a aquellos individuos no inoculados. mayor biomasa de crecimiento, (20%) en comparación a aquellos individuos no inoculados. Lo logrado a través de esta técnica determina que los árboles pueden vivir en suelo salino e incluso en otros con alto estrés hídrico.

“Por otro lado, hemos visto que al proporcionar microorganismos de la Antártica en la zona que rodea las raíces del Ruil, aumenta la materia orgánica y el ciclaje nutriente de manera mucho más rápida, lo que es muy importante porque esta simbiosis se puede utilizar como estrategia post incendios. Por lo tanto, estos hongos acelerarían el proceso de formación de materia orgánica y nutrientes para que los árboles puedan obtenerlos rápidamente”, agregó el investigador de la UTALCA.

MAYOR SUPERVIVIENCIA

En una segunda fase del proyecto se llevaron a terreno cien individuos con inoculación y sin ella. Tras aproximadamente 18 meses, los individuos inoculados sobrevivieron en un 40% mientras que los no inoculados murieron en su totalidad.

“Los resultados actuales demuestran que si inoculamos efectivamente y llevamos las plantas a terreno, podríamos ampliar la cobertura del ruil en un 15% en los próximos 5 años.  Pero si hacemos planes de restauración sin inoculación, no se obtendrá una mayor cobertura, e incluso naturalmente podría haber una merma en la población actual” concluyó el Marco Molina-Montenegro.​​

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