Debido al envejecimiento de la población, cada vez existen más adultos mayores en nuestra sociedad. Por ello resulta de vital importancia que sean personas autovalentes para que de esta forma puedan tener una mejor calidad de vida.
De acuerdo a lo señalado por la enfermera a cargo del Programa del Adulto Mayor del Servicio de Salud Maule (SSM), Elizabeth Gatica, un adulto autovalente es aquel “que es capaz de realizar sus actividades por sí solo y que no tiene dependencia de otras personas para sus actividades diarias”.
Una de las principales preocupaciones de las familias que conviven con adultos mayores en sus casas es el constante cuidado que hay sobre ellos para evitar caídas o enfermedades. Muchas veces se les trata incluso como si fueran niños, sobreprotegiéndolos de las actividades cotidianas.
“Deben seguir teniendo todas las responsabilidades de un adulto. Que salgan a comprar, que tengan actividad social y que logre tener un manejo de su ambiente”, dice Elizabeth Gatica.
Del total de adultos mayores que se atienden en el sistema público, el 40% es autovalente sin riesgo y en óptimas condiciones. El resto de la población se divide en un porcentaje de personas autovalentes con riesgo y otro porcentaje definido como “en riesgo de dependencia”.
Las estadísticas demuestras que son las mujeres las que se encuentran en mejores condiciones de salud que los hombres.
“Esto se debería a que en general siempre se hacen cargo de la casa y asumen más responsabilidades al interior de la familia. En cambio el hombre se deja estar un poquito”, señala la profesional, agregando que otro antecedente relevante es que la esperanza de vida es mayor en las mujeres y que incluso su calidad de vida mejora cuando se queda sola, a diferencia de los hombres.
Entre las recomendaciones entregadas por la enfermera se encuentra la necesidad de mantener una actividad física permanente para evitar el deterioro de la musculatura.
Y al mismo tiempo fomentar el trabajo cognitivo para que no haya deterioro, ya que al no ejercitar ambas áreas, se produce un disminución más rápida en la salud de la persona.
“La fragilidad los lleva a una dependencia mayor. La pérdida de musculatura los hace perder fuerza y estar más propenso a tener caídas, perder el equilibrio lo que va generando un ciclo vicioso que hace que la persona no quiera salir por temor a caer y fracturarse”, enfatiza Gatica.
Finalmente puntualizó que “la integración en las actividades cotidianas y la compañía resultan de vital importancia para mantener la autovalencia y evitar daños que paulatinamente van desgastando la vida de nuestros adultos mayores”.