Se aproxima el horario de verano, ya que el próximo sábado 12 de agosto se deberán adelantar los relojes una hora, excepto en la Región de Magallanes y en la Antártica.
Una medida que se aplica, tal como la conocemos actualmente, desde 1968 con varias modificaciones. Incluso, tuvo un breve receso en 2015 y es que el sistema de cambio horario no ha estado exento de polémica.
De acuerdo con lo informado por el Ministerio de Energía, la medicación se realiza para aprovechar la luminosidad por más horas y, de esta manera, tener un ahorro energético. Sin embargo, pasar de una zona horaria de -4 a -3 no sería lo más conveniente.
Patricio González, agroclimatólogo e investigador de la Universidad de Talca explicó que “dadas las condiciones actuales, el mejor horario que podría adaptarse a Chile, con el que se ahorraría, en parte, algo de energía y se privilegia la luz de sol en la mañana, sería partir el horario de invierno en marzo y terminarlo en octubre”.
Algo lejos de lo que se implementará a partir de este sábado, pues la modificación de la zona horaria en invierno comienza a regir el segundo sábado de mayo.
“Ha sido más bien una experimentación que no está basada en estudios científicos del real impacto del consumo energético y del ahorro que el país pueda hacer”, expresó González.
ADAPTARSE AL CAMBIO
Sin embargo, la medida es un hecho y, para algunos, genera algunos trastornos aunque solo implica una hora más.
Carolina Iturra, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca explicó que se debe realizar una adaptación paulatina a esta nueva circunstancia.
“Básicamente acostarse un poco más temprano o acostarse a la hora en que nos dé sueño y, de apoco, comenzar a regularizar la rutina”, afirmó.
Añadió que, “lo que se dice desde la psicología, es que los cambios de hábito y de rutina, toman dos o tres semanas”, pero que, dado el poco lapso que se añadirá al reloj, acostumbrarse podría tardar menos tiempo.
