Velarde Hermanos, empresa chilena fundada en 1948 y con casa matriz en Valparaíso, se declaró en quiebra producto de una deuda que asciende a $11.500 millones.
La firma, -dueña de marcas como Sabú y Mistral; y representante de marcas internacionales como Pringles y Evian-, se encuentra en un escenario irreversible, por lo cual presentó una solicitud de liquidación voluntaria.
Una fuente al interior de la empresa confirmó esta situación, señalando escuetamente que poco más de 200 personas quedarán sin trabajo.
La crisis de Velarde Hermanos tendría relación con bajas en las ventas y con los costos asociados a los supermercados (comisiones, despachos, entre otros), que eran el principal lugar donde se exponían sus productos para la comercialización.
El cierre de esta firma se suma al de otras fundadas en Chile, como Albano en Concepción, grifería Nibsa, calzados Guante, Iansa en Linares, Pastas Suazo en Curicó, Impresora Gutenberg y Curtiembre de Talca; Cial en Temuco, Maersk en San Antonio, refrigeradores Fensa y Mademsa, entre otras.
“A las empresas se les está haciendo difícil”, lamentó en marzo pasado el presidente de la Cámara de Producción y Comercio (CPC), Alfonso Swett, al ser consultado por lo que están viviendo las entidades nacionales. Añadió que el desafío es legislar al respecto y también hacerle frente a la economía digital.
En paralelo, también en marzo, la Asociación de Industrias Metalúrgicas y Metalmecánicas (Asimet) advirtió inminentes nuevos cierres de empresas por no haber políticas públicas de reconversión.
Dante Arrigoni, presidente de Asimet, cuestionó en aquella oportunidad la falta de estatutos para fomentar la industria nacional.